martes, 17 de junio de 2014

Uno de tantos pecados y ofertas

Desde que se inventó la mentira la amamos,
Porque supimos que era como un tipo de magia,
Porque las personas sonríen, se ponen contentas.
A todos nos gusta que nos digan que nos vemos bien,
Que nos sienta de maravilla el nuevo estilo que nos cargamos:
Nos gustan los halagos.

Te leeré la suerte. Nadie dice si es de la buena o de la mala. No hay de qué preocuparse, siempre es de la buena, nadie te dirá que te desea el mal. Es por el bien de cada uno; así que sonríes. Por un momento dudas, pero te conformas con la idea de que todo irá bien, y sí, de todas formas de qué sirve ser tan pesimista.

Hay mentiras que nos salvan el pellejo y también están aquellas que no sabemos decir. Hasta en este mercado hay niveles: te cambio mi mentira por un buen trato.

La verdad es que todos mentimos ¿no te acuerdas?

Para ser un  buen mentiroso hace falta tener buena memoria y bastante imaginación. Hay mentiras que nos aplastan porque cobran vida, porque perdemos el control, y son más grandes que aquél que les dio aliento para existir.

De pronto somos creadores y criadores de estos pequeños monstruos que buscan alimento, uno de tantos pecados y ofertas que más que extinguirse, se promueven.

Perplejidad

Parece que tienes la respuesta para todo, y odio verme desde fuera con cara de perplejidad mientras tus ojos me miran esperando a que dé mi comentario. Odio no tenerlo claro y sentirme en aprietos de contestar algo tan sencillo; que me intimides más que 200 personas como público escuchando mis poemas más cursis o aplaudiendo por mi baile o actuación menos agraciada. Odio a veces que ni la estupidez me salve.

Estoy llena de notas para recordar y solo las veo gritar: Tú haz esto; ¿a qué le tienes miedo?; si no hay seguridad de algo, entonces se inventa; materias y ajustes de fechas. 
A veces se presenta el manifiesto de claridad que cae como gotero sobre mi cabeza, humedeciendo la corteza, y tan pronto como llega, se convierte en perplejidad: ¿qué argumento tengo yo? ¿cuál es mi personaje? De pronto creo que mi estructuración está mal. En mi universo interno o en el tuyo falla un circuito importante: la comunicación entre el narrador y el lector. No sé si se llega a interpretar algo. No sé si han interpretado la estupidez o creo que fue perplejidad.