martes, 19 de enero de 2016

Lienzo

Antes, como el cielo sin estrellas,
las pieles estaban vacías.
Nuestro cerebro como el universo,
se fue formando.
Nuestra percepción fue creciendo
y así como vemos ahora estrellas,
vemos ahora lunares.
Nuestros lunares son los puntos
que une la línea del tiempo.
Son historias,
son recuerdos.

Tenemos lunares
 porque tenemos
muchas historias
que contar.
No hay persona que
aunque sea uno
 no tenga
 o en su defecto
una peca o  mancha.



Los lunares nos ayudan
a conocernos y
conocer a otros,
pues por medio
 de que los observamos
Somos curiosos
Y buscadores.

Cada lunar que
Se une por una línea
Imaginaria hacia otro,
nos conduce a
un nuevo lugar
al que antes
ni prestábamos
atención.


Cada lunar
es una pista,
es una señal.
Otros dicen que
los lunares
son pecados,
y si lo son,
de eso
está llena

la historia.

De los sueños, de la suerte y de la muerte

‘No soy una psicópata’,  se despierta diciendo la voz en su cabeza, mientras su cuerpo tiembla. Se observa en el espejo con cierto desatino. Se ve pálida y despeinada.
La visión de los muertos no se borra de su cabeza.  La boda que concluyó en la iglesia, también lo hizo en la calle, con los cuerpos de los novios ensangrentados yaciendo en el suelo, frente a la iglesia y la multitud que asistía al evento, más otros que iban pasando, como ella.
Alguien preguntó  qué había sucedido. La respuesta fue que habían atropellado a la novia al salir de su ritual en la iglesia, y al ver que los médicos tardaban, prefirió suicidarse. Así lo hizo el novio también. Pues como dicen, que lo que Dios unió, no lo separe el hombre sino la muerte –uno nunca sabe cuándo es que morirá.

Ella siempre estaba pendiente de mostrarse compasiva, pues no quería verse fría como la sensación que le recorría toda. ‘No soy una psicópata’, se despierta diciendo la voz en su cabeza, mientras seguía observando la escena.