martes, 19 de enero de 2016

De los sueños, de la suerte y de la muerte

‘No soy una psicópata’,  se despierta diciendo la voz en su cabeza, mientras su cuerpo tiembla. Se observa en el espejo con cierto desatino. Se ve pálida y despeinada.
La visión de los muertos no se borra de su cabeza.  La boda que concluyó en la iglesia, también lo hizo en la calle, con los cuerpos de los novios ensangrentados yaciendo en el suelo, frente a la iglesia y la multitud que asistía al evento, más otros que iban pasando, como ella.
Alguien preguntó  qué había sucedido. La respuesta fue que habían atropellado a la novia al salir de su ritual en la iglesia, y al ver que los médicos tardaban, prefirió suicidarse. Así lo hizo el novio también. Pues como dicen, que lo que Dios unió, no lo separe el hombre sino la muerte –uno nunca sabe cuándo es que morirá.

Ella siempre estaba pendiente de mostrarse compasiva, pues no quería verse fría como la sensación que le recorría toda. ‘No soy una psicópata’, se despierta diciendo la voz en su cabeza, mientras seguía observando la escena. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario