martes, 17 de junio de 2014

Uno de tantos pecados y ofertas

Desde que se inventó la mentira la amamos,
Porque supimos que era como un tipo de magia,
Porque las personas sonríen, se ponen contentas.
A todos nos gusta que nos digan que nos vemos bien,
Que nos sienta de maravilla el nuevo estilo que nos cargamos:
Nos gustan los halagos.

Te leeré la suerte. Nadie dice si es de la buena o de la mala. No hay de qué preocuparse, siempre es de la buena, nadie te dirá que te desea el mal. Es por el bien de cada uno; así que sonríes. Por un momento dudas, pero te conformas con la idea de que todo irá bien, y sí, de todas formas de qué sirve ser tan pesimista.

Hay mentiras que nos salvan el pellejo y también están aquellas que no sabemos decir. Hasta en este mercado hay niveles: te cambio mi mentira por un buen trato.

La verdad es que todos mentimos ¿no te acuerdas?

Para ser un  buen mentiroso hace falta tener buena memoria y bastante imaginación. Hay mentiras que nos aplastan porque cobran vida, porque perdemos el control, y son más grandes que aquél que les dio aliento para existir.

De pronto somos creadores y criadores de estos pequeños monstruos que buscan alimento, uno de tantos pecados y ofertas que más que extinguirse, se promueven.

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